Mi vicio más horrible son los libros, de todo tipo, no soy delicada para eso. Puedo leerme desde el más completo tostón (para mi fue Tiempo de Silencio) hasta el libro más facilón, lo peor es que lo hago a la velocidad del rayo.
Aún recuerdo cuando era jovencita, y mis padres ávidos lectores, ponían a mi alcance todo tipo de libros infantiles, aunque me cansé pronto, y a mi corta edad, con unos 7 años, ya empecé a investigar en las estanterias de la casa. Uno de mis primeros libros, Rebelión en la Granja, al que le siguieron el Nombre de la Rosa, Flores en el Ático, el Perfume, incluso me atreví con Así habló Zaratustra (aunque no entendía muy bien lo que significaba). A partir de ahí, me convertí incluso en más ávida lectora que mis padres, y empecé a escribir. Al principio algo tipo diario, pero después me di cuenta de que si dejaba mi mente libre podía escribir cosas aún más extrañas. Aún recuerdo cuando después de mi "problema", mis padres me quitaron todos aquellos papeles que yo guardaba como oro en paño, y se los pasaron a todos los psicólogos a los que iba, y cómo ellos me preguntaban sobre mis escritos. Recuerdo como la verguenza se apoderaba de mí, y como empecé a odiarlos a partir de ese momento.
Aparte de la escritura desarrollé otras habilidades, escuchar, una de mis mejores, pero no escuchar solo las palabras que salen de bocas ajenas, sino entenderlas más allá de su significado más real, incluso escucharme a mí misma, cuando nadie más puede llegar a entenderme o escucharme. Me paso media vida escuchando a los demás, y en realidad, aunque siempre me digan que todo eso acabará destruyéndome, es mentira, yo se la verdad, todo eso me ayuda, a escucharme, a indagar dentro de mi, o como me enseñó alguien muy especial alguna vez, a bucear.
Otra de mis habilidades, quizás de la que estoy más orgullosa es mi rapidez para leer, cualquier cosa que caiga en mis manos, hasta libros de 800 páginas puedo devorarlos en un par de noches, eso es exactamente lo que hago engullirlos, almacenar todo lo importante y lo demás dejarlo por ahí en mi mente flotando, hasta que llega algo nuevo mejor, y desaparece. Lo mejor, no es solo esta manera de engullir, sino mi capacidad de concentración absoluta, hasta el punto de que puedo llegar a pasarme todo el tiempo de mi lectura, aislando cada sonido, dejarlos fuera de mi, hasta permanecer en absoluto silencio, con lo que a veces, parece que estoy como ausente. Y además de la concentración, que desgraciadamente me cuesta más mantenerla cuando estudio, puedo comprender cada palabra que leo, saboreándola como si tuviese vida propia. Es más, si dejo el libro, y vuelvo a leerlo al mes, no necesito volver atrás, porque recuerdo perfectamente todo lo anterior.
Hoy a la salida de clase, pasé por una librería, Luces, que está de camino del bus a casa, y no he podido evitar entrar, y obviamente ojear lo que había, y lo peor, ha aparecido mi vena consumista, y me he traído como cinco libros, aunque me he quedado con ganas de más.
A ella también le han dado ganas, me encanta que compartamos la misma pasión, y podamos permanecer horas ojeando aún entre distintas temáticas. Me gusta que seas así, tan como yo, y que además cuando leas esto, puedas entenderme como nadie creo que pueda hacerlo jamás. Nadie puede luchar contra eso, y lo sabes. Te quiero por conocerme, y por ser como eres.Etiquetas: Alegría |