jueves, octubre 19, 2006 |
Oscuro III: Cambios |
Fuera hace frío, los primeros vestigios de cambio de estación, de los vientos y de la lluvia. Intento sonreír pero no puedo, incansablemente, pero solo aparece una media sonrisa, que se desdibuja en mis labios. Intento recordar algo que ya se olvidó, te espero sentada cuando no apareces, te busco en la lluvia, en el aire, y en el cielo, pero la luz se apagó, y solo queda el vacío. Las noches son sin luna, los días lentos y vago arrastrando lo poco que me queda para seguir, como si de mi propio encierro se tratara, parece que ya nada tenga sentido.
Ya no espero los días cálidos, ni que la lluvia me moje, ni que olores lejanos me traigan un vestigio de que sigues viva, ni espero el momento en que te encuentre al girar la esquina, ya no me asusta que desaparezcas entre la nada, y que nunca vuelvas. Ha vuelto la apatía.
Todo lo que ocurrió se acabó, intento redimirme llorando, mientras mis lágrimas mojan mi cuerpo y el colchón, mientras yazco tumbada sin apenas querer recordarte, sin querer mirar atrás, sin querer que todo vuelva. Las oscuras tinieblas merodean junto a mi cama. Morgan no está a mi lado, y todo por lo que creí estar luchando desaparece al cerrar los ojos. No quiero volver la mirada atrás y rescatar esos momentos encerrados en una vieja caja de metal, que yacían esperando que alguien los rescatara.
Ahora que camino sería el más adecuado para seguir. No quiero volver a equivocarme, volver a arrastrarme hacia el fango, con la esperanza de que me lleve a la salvación. Pero tampoco quiero pararme, porque eso supondría un retroceso. Quiero gritar, pero eso me hará más débil. Quiero salir, aunque se que nadie estará allí para recoger lo poco que quede de mi, después del arduo camino, se que no estarás tu, ni nadie, se que llegaré al final sola, y nadie sabrá jamás lo que pasó. Susurrale al viento que me necesitas.
Caminé lejos, y miré para la misma dirección que tu, buscando en tus ojos, pero nunca se encontraron con los mios. Vagué entre la oscuridad buscándote, alumbrándote con la luz de mi alma, y nunca me hallaste. Dancé ante el fuego, dibujando sombras que te perseguirían, y nunca las dejaste que te alcanzaran. Un día mi corazón, se lanzó hacia ti, te busco, te persiguió, te encontró, pero en ese momento no estabas, y desapareció. Ahora solo soy un vulgar títere, que lucha por volver a ser aquello que nunca consiguió ser.Etiquetas: Cuando la tristeza llega |
posted by Hierba @ 2:20 a. m. |
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