Claro Oscuro: OsCuRo IIClaro Oscuro

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viernes, septiembre 29, 2006

OsCuRo II

Corría por la calle, hacía mucho que se había acabado el toque de queda, pero había decidido salir. Un soplo de aire fresco le llegó y se le erizó el vello. Hacía tiempo que tenía que estar ya en casa. Por primera vez, se arrepintió de haber salido, debía haberse quedado en casa, pero ya no servia de nada lamentarse. Se tropezó, y cayó sobre la fría acera. Se levantó rápidamente y miró a ambos lados, pero nadie le había visto, todos estaban en casa, con las luces apagadas, dormidos...

Debía llegar a casa ya..."No puedo dejar que me atrapen". Un ruido. Miró hacia todos lados, por primera vez asustado. Eligió el camino más iluminado hasta su casa..."en la niebla me atacará". Comenzó a andar hacia las farolas que poblaban el pequeño pueblecito. Otro ruido más cerca. Corrió sin dirección fija tan solo amparado por la luz. Las farolas empezaron a apagarse a su paso, y lo único que podía hacer era correr. Corrió como nunca jamás lo había hecho. Tenía miedo. Si le atrapaban, no quedaría nada de él, todo acabaría.

A las puertas de su casa, ya casi no quedaba luz. "Ya estoy aquí", pensó. Otro ruido. Esta vez cometió un error, y se giró a ver lo que era. Y no le dio tiempo, porque una sombra se abalanzó sobre él. Casi no alcanzaba a ver lo que era, solo podía observar sus ojos, rojos, como de animal, no había visto nunca unos ojos como esos, tan llenos de rabia, dolor y venganza. "No, por favor" articuló suavemente. Pero ya era demasiado tarde, la sombra hizo como un ademán de sonrisa, o eso le pareció, porque fue la sonrisa más horrible que jamás había visto. Cerró los ojos. La bestia acabó con él, y lo dejó allí tirado.

A la mañana siguiente, la puerta de su casa se abrió, y empezó a salir gente al exterior. Lo encontraron allí, tirado sobre la hierba, hecho un ovillo, aún respirando pero pesadamente, y sus ojos fijos en el suelo. Lo cogieron y lo metieron en la casa, intentaron reanimarlo, pero todo fue imposible, porquelo habían atrapado, habían atrapado su alma, y ya no quedaba nada de él.